Esta mañana este artículo del diario público, lamentablemente, me despejaba todas las dudas (las pocas que tenía) acerca de la falta de independencia de las Empresas en su gestión y de los partidos en su forma de hacer política.
En España gozamos de una democracia que es incumplida "moralmente" por muchos políticos, y como ejemplo, sin señalar a nadie, basta ver las declaraciones de bienes y actividades de algunos para comprobar de forma fehaciente que no se conforman con los sueldos tan buenos de los que gozan al estar en un cargo público de relevancia, sino que compaginan su actividad como parlamentarios o diputados con la presencia en uno o varios Consejos de Administración de Empresas privadas.
Por lo que la independencia que se presume de los políticos, frente a los poderes económicos y las empresas queda quebrantado.
Quizás sea un anhelo pensar que en el futuro esta independencia sea real, pero por el bien de la democracia y por respetar la constitución de la que nos dotamos, más vale que comenzamos a aplicar el artículo 1.2 de la carta magna que dice que: "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado", o estamos condenados a vivir en una maltrecha democracia, donde los sillones que ocupan los diputados de los grandes partidos son intercambiados por los poderes fácticos maquillados en forma de elecciones.
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