Las pasadas elecciones municipales han dejado un resultado incontestable en nuestra ciudad: Mayoría absoluta del Partido Popular.
Nadie ha cuestionado la legitimidad ni la legalidad del resultado. Pero esto no ha sido así en anteriores elecciones ni tan siquiera en la campaña electoral vivida hace unos días.
En 2015 desde las filas populares cuestionaron la legitimidad de los resultados emanados de las urnas y la posterior configuración de un gobierno con tres formaciones de izquierdas.
Hace dos semanas, y a tres días de las elecciones Javier Bello salía en prensa afirmando que otras formaciones estaban "comprando votos". Esta forma de sembrar sospechas, sin aportar pruebas parece ser el modus operandi que se ha instaurado en el PP cada vez que llegan unas elecciones.
Dejando entrever con acusaciones sin base, ni prueba, un posible pucherazo, pretenderán en el futuro negar el reconocimiento que tanto en 2019 como ahora, sí se les ha otorgado a los resultados obtenidos. Esto es lo verdaderamente preocupante: el cuestionamiento de la democracia.
Cuando los resultados no le sean satisfactorios ya tienen abonado y propagado un caldo de cultivo que pone en jaque la legitimidad democrática para atacar permanentemente a futuros gobiernos.
Esta peligrosa maniobra es un golpe directo a la línea de flotación de nuestro sistema democrático como hemos visto en los últimos años. Sucedió en EE.UU. cuando Trump no reconoció los resultados y desembocó en el asalto al Capitolio con el que pretendían revertir la victoria de Biden.
Este mismo año, en Brasil, el 8 de enero partidarios de Bolsonaro irrumpieron en la sede del Supremo Tribunal Federal y el Congreso Nacional ocasionando todo tipo de destrozos.
Estos ejemplos son consecuencia de una acción política muy peligrosa que el PP local pretende seguir ejerciendo de soslayo. Solo espero y deseo que no sigan por esa peligrosa línea que separa un comportamiento democrático
de la irracionalidad. Son representantes elegidos por el pueblo y no deben actuar como alborotadores, porque, como hemos visto, sólo conduce al caos y a vulnerar la voluntad popular.
Tengo esa esperanza y convicción, pero difícil me lo fían si no son capaces de rebajar la tensión ya generada. Recordemos como han señalado en estos cuatro años a periodistas, presidentes de asociaciones, incluida la FLAVE, y a quien osara criticarles.
El tiempo, en breve, nos dirá si cambian de actitud o si seguiremos teniendo que soportar un gobierno con dos caras: la amable que nos pretende vender Beardo y Calleja o la del hooligan Javier Bello atacando a diestro y siniestro.
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