Machado escribió aquello de "una España que se muere y otra España que bosteza".
Pues parece que gran parte de los hombres de este país abandonamos los brazos de Morfeo donde tantos años hemos estado instalados cómodamente, ya sea por pereza, por la mal llamada "hombría" o por no parecer "blandengues".
Sin volvernos -ni mucho menos- de la noche a la mañana, los más feminista, parece que abrimos los ojos.
Un sector tradicionalmente tan masculinizado como el fútbol nos está dado una lección y ha hecho que digamos: "Se acabó".
Lo conseguido por las futbolistas de la selección femenina será recordado por la gesta de ganar el mundial y porque, espero, que cada vez que veamos la estrella bordada en la camiseta del combinado nacional, recordemos que un mequetrefe se saltó la racionalidad, demostrando por "sus santos cojones" que pertenece a esa patria moribunda que en lugar de helarnos el corazón, como dijo el poeta, ha hecho que nos encendamos, reaccionemos y digamos, sin complejos, que nos avergonzamos.
Contra todo pronóstico, la actitud chulesca, prepotente y ególatra de un macho alfa ha hecho que nos plantearamos lo que estaba pasando. Ya que ante situaciones similares, siempre se acababan normalizado. Incluso en las primeras horas se generó cierta confusión y hasta se trataró, torpemente, de justificar. Pero las semillas plantadas durante tantos años -contra viento y marea- por muchas mujeres en defensa de la igualdad real, los 8-M y 25-N, al final han sido más permeables de los que siquiera habríamos imaginado.
No se qué nos deparará el futuro pero ver a futbolistas como Isco, Borja Iglesias, Bellerin, Aitor Ruibal, al excapitán de la Selección masculina, Iker Casillas, a presidentes de Clubes y entrenadores alzar la voz es un importante paso adelante, quizás se echan en falta más voces similares, y otras que mejor no se hubieran expresado nunca.
Esta vez ha sido televisado, pero imaginemos lo que pasa en privado y lo que hacen tipos como este cuando nadie les ve.
Debemos seguir aprendiendo juntos y es imperiosa necesidad que los hombres sigamos profundizando y cuestionando la cotidianeidad machista, para que las reticencias de aquellos que dicen que hay cosas más importantes de las que hablar ahora, mañana también acaben entendiendo lo que hoy no entienden, que quienes mezclan temas para restar importancia entiendan que esto no va de medir la importancia de una u otra noticia, sino de cambiar poco a poco, para que no volvamos a dormirnos en los laureles.
Campeonas, guerreras, leonas, juntas y juntos en esta lucha seguiremos logrando victorias.
